Rafael Leónidas Trujillo ordena apresar al ex Presidente Cubano Fulgencio Batista

Rafael Leónidas Trujillo ordena apresar al ex Presidente Cubano Fulgencio Batista. El tirano concibe diabólico plan para matar a Juan Morales y a Policarpo Soler. SUPER INTERESANTE!



El tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina hizo encarcelar en la penitenciaría de la Victoria al antiguo dictador cubano Fulgencio Batista, por negarse este a contribuir con 15 millones de dólares para engrosar un fondo supuestamente dedicado a derrocar a Fidel Castro, cuya revolución acababa de proclamarse victoriosa, el 1 de enero de 1959. Era una de las dos veces que Batista fue encarcelado en el país.

Al ser derrocado, Fulgencio Batista fue acogido por Trujillo y se alojó en la embajada de Cuba en la capital dominicana. El recién caído dictador vino con su esposa y otros familiares. Lo acompañó también una escuadrilla de aviones de su depuesto régimen, que aterrizó en el Aeropuerto General Andrews.

Para combatir a Fidel Castro, que a su vez favorecía los exiliados enemigos del régimen trujillista, el dictador dominicano organizo una colecta de fondos que se iban depositando en el banco de reservas de la República. Pero los depósitos se hacían a nombre de Policarpo Soler, un matón y asesino cubano del régimen de Batista, que el mandamás de este país había acogido en la república y que, en esta ocasión tenía como testaferro. Se comentó después que este fondo pasó a engrosar los millones del dictador dominicano.

Por instrucciones de Trujillo, quien se mostraba "muy amigo" de su huésped recién caído, Policarpo se acercó a Batista para solicitar su aportación al fondo contra Castro.

"Óigame, presidente", dijo Soler con cierta ironía a Batista, "tenemos un estupendo plan para derrocar a Fidel y a sus barbudos. Contamos con la ayuda y la cooperación del Generalísimo Trujillo. Esta ayuda será en hombres adiestrados del ejército de este país. Seremos aprovisionados por el gobierno dominicano en cuanto a alimentación y otros renglones. Pero necesitamos armas y para este fin hemos integrado un fondo que se depositó en el Banco de Reservas de la República Dominicana. El propio Generalísimo Trujillo y otros dominicanos y amigos de nuestro país han hecho aportaciones sustanciales a este fondo."

"Policarpo", dijo Batista interrumpiendo a éste, "creo que es una buena idea, pero la encuentro muy poco viable. Luchar contra Castro actualmente es imposible, teniendo en cuenta la magnitud de la efervescencia popular, y esa lucha desde fuera es un absurdo."

"Presidente", replicó Policarpo, "usted está abatido y ve la situación muy confusa y muy oscura. Pero la verdad es que el plan de derrocamiento que estamos preparando no puede fallar y usted volverá de nuevo a ocupar el sitio que le corresponde. Le reitero, ese plan no lo han preparado patanes. Ha sido obra de expertos curtidos en la materia"

"Quizás tengas razón", Policarpo, dijo Batista. "Sin embargo, tengo mis dudas."

"Pues deseche esas dudas y ayúdenos haciendo su aportación económica de 15 millones de dólares para el fondo", recalcó Soler.

"Imposible", respondió Batista asombrado y cariacontecido. "Yo no puedo disponer de un centavo para esos planes, ni para otros semejantes."

"Sin embargo", afirmó Policarpo en forma conminatoria, "sabemos que usted tiene dinero que le sobra para botar y, la verdad, encontramos muy extraño esa negativa suya."

"Esa es mi decisión final, Policarpo. No puedo aportar nada para ese fondo, porque no creo en el éxito de planes contra Castro y además, mis recursos son apenas suficientes para subsistir con mi familia. Es cuanto puedo decirte". Al decir esto, Batista dio la espalda a su interlocutor.

Pero pocas horas después de esta conversación, el propio Policarpo Soler, acompañado de algunos militares vestidos de civil, hizo preso al expresidente Fulgencio Batista, para asombro y consternación de éste.

"Cumplo órdenes superiores", dijo Policarpo a modo de disculpa, luego de explicarle que lo llevaba detenido.

"Pues cumple tus órdenes, Policarpo", dijo Batista en tono de resignación.

Entonces Batista fue conducido al penal de la Victoria y lo encarcelaron en la celda denominada "El Pasillo", célebre por encontrarse presos allí prominentes dominicanos que combatían el régimen trujillista. Entre estos estaban Segundo Manuel Imbert, Papito Sánchez y otros. Imbert y Sánchez fueron asesinados al producirse el ajusticiamiento de Trujillo el 30 de mayo de 1961.

En breve , el ex hombre fuerte de Cuba y miembros del grupo de dominicanos presos iniciaron una amistosa conversación. Esto fue motivo de alivio para Batista y de asombro para los dominicanos, sus compañeros de celda.

Así las horas fueron menos largas y al oscurecer los dominicanos ofrecieron al expresidente cubano la humildad de su cena.

"Comandante Batista", le dijo Imbert casi en son de broma, "el menú para la cena de hoy en El Pasillo es sólo huevos al plato. No sabemos si va a gustarle o no. De todas formas, se lo ofrecemos con la mejor buena voluntad del mundo."

Fulgencio Batista, el sargento que combatiendo el dictador Gerardo Machado había llegado a la presidencia de Cuba, vaciló unos segundos, pero luego observando el agrado con que los presos políticos dominicanos le ofrecían su cena, la aceptó.

"Encantado de aceptar esa modesta cena, también condimentada con el cariño y la hospitalidad de los hombres de este país", respondió el ex mandamás de la Perla de las Antillas.

Luego, con agrado aceptó el plato que le extendieron Imbert y sus acompañantes de celda: un huevo frito en mantequilla con algunas hogazas de pan.

Aseguran que Batista después comentaba, "es la cena más exquisita que he saboreado en toda mi vida. Porque me la ofrecieron cuando tenía hambre y porque fue la más espontánea demostración de la hospitalidad dominicana".

Pero un poco después de Batista haber cenado se presentó a la celda "El Pasillo" , el mismo Policarpo que cariacontecido, dio órdenes de que se pusiera en libertad al expresidente.

"Presidente", se disculpó Policarpo Soler, "yo le ruego que me perdone por todas las molestias que ha sufrido en esta cárcel. Todo esto es asunto de un malentendido y el propio generalísimo Trujillo me ha encargado que le disculpe por todos. Porque, le reitero, todo ha sido por un error de interpretación".

Aparentemente Batista no creyó mucho en el error, pues apenas hizo un ligero comentario al respecto. En cambio, se le vio despedirse con afecto de Fernández Caminero y de los otros presos que con el compartieron la humildad de una cena de "huevos al plato".

Mientras tanto, Batista continúo alojado en la embajada de Cuba en la capital dominicana, quizás no muy contento con el trato de Trujillo. Pero, aparentemente, el Departamento de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica intervino en su favor y, a través de su embajada en esta capital, ayudó al ex hombre fuerte de Cuba a dirigirse a la isla Madera, jurisdicción de Portugal. Allí se alojó con su familia y unos años más tarde ,murió gozando de sus millones de dólares y de la hospitalidad de los portugueses.

Se dice que allí, dos años después, compartió horas de aburrimiento y exilio con otro dominicano también exiliado, el expresidente Héctor Bienvenido Trujillo Molina y su esposa Alma McLaughlin de Trujillo, quienes llegaron a la isla portuguesa a poco de la caída de los remanentes de la tiranía trujillista el 19 de noviembre de 1961.

Mientras tanto, en la capital Dominicana, el dictador Rafael Leónidas Trujillo, supo que Policarpo Soler le estaba jugando sucio, retirando dinero del fondo depositado en el Banco de Reservas de la República. El dinero , como se ha explicado, estaba depositado a nombre suyo pero el gangster cubano, luego de retirarlo, lo enviaba por vía de una querida suya a un banco de Miami. Se asegura que había enviado el exterior más de 100,000 pesos.

Cuando en Trujillo supo esa historia, dio órdenes terminantes de que no se le permitiera sacar un centavo del banco, "ni para la vela de su alma". Ésa orden, a la postre, costó la vida al administrador general del Banco de Reservas, licenciado Juan Morales (Juancho), considerado un hombre apacible, capacitado y con un gran sentido de la responsabilidad.

Algo es rigurosamente cierto: Policarpo Soler asesinó a Juancho Morales.

Hay quienes sostienen y la hipótesis es muy creíble si se conoce la diabólica capacidad para el mal que anidaba en Trujillo, que el tirano dominicano quería apropiarse de fondos que tenía Batista depositados en el Banco de Reservas y que Morales se opuso a ese hecho, planteando a Trujillo los inconvenientes que la misma acarrearía.

Se comenta que Trujillo, entonces, para silenciar a Morales, concibió el plan, que puso en ejecución, de demostrar a Policarpo Soler que el administrador del Banco de Rerservas se negaba a entregarle su dinero. Conociendo Trujillo que Soler era un hombre acostumbrado a la violencia, sabía que su plan triunfaría.

Un día, según era la costumbre de Policarpo en las últimas semanas, el vivo cubano fue al banco a retirar una buena partida de "su dinero", pero este le fue negado.

Con los ojos encendidos por la ira, Policarpo Soler hizo llamar al administrador de la entidad bancaria.

Pero el administrador, se comenta, le reiteró lo que le dijo la cajera. Tenía órdenes de que no se le permitiera retirar un centavo, "ni para la vela de su alma".

Policarpo probó una y otra vez, pero Morales mantuvo su rotunda negativa. Entonces el cubano, acostumbrado a matar, no tuvo embarazo alguno en descargar su pistola en el cuerpo del administrador del Banco de Reservas.

Luego huyó, pero fue en vano, pues poco más tardes los esbirros del SIM lo acorralaron, lo hirieron mortalmente, le dieron la misma dosis de plomo que le había dado a Juan Morales, porque no podía retirar del banco "ni un centavo para la vela de su alma".

Nunca se supo, en realidad, como fue muerto Soler. Pero se comenta que hasta el cocinero que servía al antiguo esbirro cubano , fue asesinado por los agentes del SIM.

Así pudo Trujillo ver coronado con el éxito, otro de sus sangrientos planes: eliminar a un hombre serio, como Morales, que se resistía a sus jugarretas sucias, y silenciar, para siempre, a un ganster como Soler, que le había dejado de ser útil.

Texto: Manuel de Jesús Javier García, libro "Mis 20 años en el Palacio Nacional junto a Trujillo"

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